POR CARLES SENSO
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Portadas realizadas por Artur Heras |
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La presión del aparato posfranquista llegó a suponer instalación de un paquete bomba en la puerta de la redacción de VS |
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VS fue el único medio que formó parte activa por parte de la izquierda en la Batalla de Valencia. Albiñana enarbola la bandera cuatribarrada en el balcón de Valencia |
Valencia Semanal destacó desde el primer número por su
línea editorial abierta y sus contenidos provocadores y sin concesiones a
ningún sector de la vida política valenciana. Su vocación vanguardista le hizo
asumir influencias de alguna de las publicaciones más modernas a nivel europeo,
conocidas por los viajes de los antiguos integrantes de la democracia cristiana
y por entonces cerebros de la publicación. Es el caso de revistas como la francesa VSD o la italiana Il
Meridiano di Trieste, además de otras de carácter estatal como Interviú o Dos y Dos (de donde procedían muchos de los periodistas que se
introdujeron en la redacción de VS). Ineludibles fueron, por supuesto y gracias
al camino marcado, otros medios como Destino,
Cuadernos para el Diálogo o Triunfo. Sobre todo como fruto de la
facultad visionaria de Amadeu Frabregat, la publicación valencianista
desarrolló desde sus primeros números (en una tendencia que además se amplió
con el paso de las semanas) los rasgos característicos del nuevo periodismo,
iniciado, según se ha establecido, con el famoso libro de Truman Capote “A sangre fría” y con el que se intentaba
introducir rasgos de la literatura a la práctica periodística. Según Fabregat: “Yo acuñé entonces aquello del ‘nuevo periodismo’, un poco porque
hacíamos cosas distintas y, a veces, reportajes que no se correspondían con la
estricta realidad. Recuerdo un reportaje de Javier Valenzuela sobre el barrio
chino de Valencia que me va pareció tan horroroso que lo reescribí
prácticamente reinventándome las declaraciones, y quedaba mucho mejor. A esto
le decíamos ‘nuevo periodismo”2.
La
lista de periodistas en nómina o como colaboradores es interminable pero
algunos nombres son ineludibles: Jaime Millás, Rosa María Solbes, Pilar López,
Ernest Nabás, Pere Miquel Campos, Mari Carmen Raneda, Salvador Barber,
Guillermo Carnero, Rafael Ventura, Trinidad Simó, Manolo García, Rafael Esteve
Casanova, Josep Domench, Rodolf Sirera, Pau Esteve, Josep Vicent Marqués, Toni Mestre, Emili
Piera, Manuel Garcia, José Doménech,
Rodolf Sirera, Josep Piera, Anna Senent, Jesús Sanz, Javier Valenzuela, Ana
Torralba, Fernando Vázquez, Francesc Pérez Moragón, Joan Gravina, Pablo Mir o Antonio Sevilla. Son algunos
ejemplos, aunque los lectores de VS también pudieron leer en sus páginas
reflexiones de cariz diverso de escritores, políticos o periodistas como Joan
Fuster, Francesc de Paula Burguera, Vázquez Montalbán, Montserrat Roig, Manuel
Broseta, Juan José Millás, Sanchis Guarner, Sánchez Ayuso o Terenci Moix. En
definitiva, gusto por la buena letra.
La mayor parte de la redacción creyó fervientemente en las
teorías desarrolladas a partir de los años sesenta por el suecano Joan Fuster y
escenificadas en su famoso volumen “Nosaltres,
el valencians”. Definía parte importante de lo que, aquellos jóvenes y
principiantes periodistas y escritores, querían para su País, entonces en
proceso de reconstrucción después de años de sombra dictatorial. El idioma
valenciano (siempre aceptando su pertenencia a la raíz catalana, como defiende
el mundo filológico lejos de intereses políticos), su recuperación, centraba
buena parte del discurso de esta izquierda que veía en la reanimación de una
lengua tocada de muerte la clave de la conjunción y el “redreçament” (resurgir)
nacional. Eran unos idealistas periodistas que perseguían el igualitarismo
propugnado por el marxismo y la izquierda internacionalista de los años sesenta
y setenta, defendían los derechos de la mujer, de los inmigrantes y de los
obreros, luchaban por las lenguas perseguidas y las naciones oprimidas,
levantaban la voz a favor de toda clase de libertades, tanto de prensa como de
opinión y clamaban por la destrucción de las barreras que favorecían a los
ricos en detrimento de los pobres. Eran, en fin, jóvenes convencidos de que el
País Valenciano en construcción sólo podía ser de izquierdas o se disolvería en
un Estado centralista que le hurtaría la esencia. Sin embargo, dicha convicción
valencianista y democrática que unía a los periodistas de forma unánime contrastaba
con las diferentes visiones de ver el mundo de sus participantes y artífices,
procedentes de diferentes sectores de la política valenciana, des de Unió
Democràtica del País Valencià al Partido Comunista. “No vamos a renunciar a nada. No podemos ni debamos de hacerlo”3,
decía la editorial del número 20 haciendo referencia al proceso autonómico
tantas veces trabado y recortado por las aspiraciones centralistas de los
partidos de centro-derecha.
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El protagonismo de Joan Lerma fue creciendo en VS tras la compra de la cabecera por parte del PSPV-PSOE |
Contenido
periodístico
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VS siempre interpretó la actualidad desde el prisma valenciano |
Valencia Semanal también desarrolla un gusto exquisito en el trato de la
imagen como parte ineludible de la información y, así, cuentan con un fotógrafo
titular desde el primer número. Prácticamente todas las páginas tienen
fotografía o viñeta cómica. Además, la portada fue uno de los puntos fuertes de
la publicación y estuvo a cargo del artista valenciano Artur Heras. Dicho
sección fue enormemente valorada al inaugurar, junto a las de Miguel Calatayud
para la Cartelera Turia, el diseño y
la ilustración editorial valenciana contemporánea. Fiel a las constantes de su
obra pictórica (donde principalmente se utilizaban las técnicas gráficas, el
collage y el objetualismo) en las portadas de Artur Heras para VS se observan
dos etapas: la primera, más pictórica y cercana al pop art, y una segunda, en
la que la fotografía aporta un sentido más conceptual y objetual.
La
división política y las dificultades para avanzar en el proceso democrático
eran visiblemente patentes –quizás más que cabe otro lugar del Estado español-
en un País Valenciano asediado por la división ficticia creada por el poder. VS
pidió reiterativamente el voto para las formaciones políticas de izquierda al
considerar que sólo estas fuerzas defendían los intereses democráticos y
autonomistas. La derecha no civilizada empezó entonces –VS coincide de lleno
con la máxima propagación del movimiento blavero- una política de confrontación
marcada por las discrepancias alrededor de los símbolos históricamente
defendidos por los luchadores que se opusieron al franquismo. Una división promovida
por una derecha que se había visto fuera del poder valenciano como consecuencia
del resultado de los dos primeros comicios celebrados en 1977. La reacción,
diseñada desde Madrid y desarrollada por el partido que gobernaba en la capital
del Estado –la UCD-, supuso una auténtica guerra contra los pilares ideológicos
de la izquierda. El anticatalanismo puesto en práctica consolidó un espacio
político idóneo para la recuperación de las opciones conservadoras alejadas del
poder en la primera etapa democrática. Una derecha que se mostró totalmente
españolista y contraria a la recuperación cultural y nacional del País
Valenciano. Con este designio, la derecha autorizó (con su inmovilismo
policial) y promocionó una estrategia de choque de carácter ultra que impidió
el funcionamiento normal de centenares de actos de la izquierda relacionados
con la cultura del país, según Adolf Beltrán, con el objetivo de “construir un frente de intransigencia, que
se aprovechara de las tergiversaciones históricas, la intrínseca debilidad
‘nacional’ del país y los tópicos ‘regionales’ consagrados por la dictadura,
para contener el que entonces aparecía como un imparable proceso de
consolidación en la política valenciana de una lógica de reivindicación
autonomista con coloraciones nacionalistas y amplia base izquierdista,
peligrosamente complementaria, además, de la de Cataluña”4. Época la de VS, además, de crisis y
readaptación del sistema periodístico en el que las principales revistas que se
habían erigido como símbolos de libertad (como reductos de luz democráticos en
la oscuridad fascista) se encontraron en ‘fuera de juego’ por el fin de unas
reivindicaciones que las hizo perder la esencia de su existencia y amplias
cuotas de mercado. En pocos años, desaparecían revistas como Cuadernos para el Diálogo, Triunfo o Destino, por citar algunas de referencia
ineludible. VS también se convirtió, como estas, en uno de los símbolos de la
lucha por la democracia como único camino posible de lograr la Autonomía del
País Valenciano. VS supuso –aceptando su discreta difusión pero defendiendo su
significativa influencia- un espacio de concienciación de cara a la
recuperación de los derechos históricos de los valencianos. Al igual que el
movimiento nacionalista en el País Valenciano, que ha contado con escaso éxito
a las urnas pero con una influencia muy destacada en la configuración de la identidad
y la cultura de los valencianos, VS representó un medio que, a pesar de la
reducida dimensión de sus ventas, obtuvo un amplio eco a la política valenciana.
El mensaje del semanario valencianista fue bastante influyente y enormemente
activo en su faceta cultural y muy provocador en su aspecto político.
Ello
porque contra el aparato del Estado sólo apareció VS. Sin embargo, el rival era
demasiado poderoso. Las presiones políticas y financieras pudieron con aquellos
idealistas decepcionados con las circunstancias valencianas. La realidad del
País no podía cambiarse con una revista y era necesario ensartar un proceso más
complejo que involucrara buena parte de aquella sociedad, entonces en parte
desmovilizada. Las reivindicaciones que interiorizó la revista son las propias
de la izquierda nacionalista-progresista de la época, próximas a las formuladas
por el PSPV, sobretodo antes de la fusión con el PSOE. Se pidió con firmeza la
Autonomía de calidad para los valencianos, la igualdad de la mujer y que esta
participara en el proceso, el respeto hacia las culturas minoritarias, los
derechos obreros y la constitución de una economía respetuosa y racional. Se
reclama, además, la aparición de una derecha ‘civilizada’ convencida de la
democracia y que trabajara por el País Valenciano. Enarbola
la bandera de las corrientes autonomistas valencianas plenamente democráticas y
construye un escenario abierto para el debate ideológico en el cual participan
todos aquellos que buscan la estabilidad institucional democrática. Un VS,
además, alejada también de las posibles vinculaciones económicas con Cataluña
por la pretensión de no estigmatizar (aunque no lo consiguiese) su mensaje
valencianista a las corrientes nacionalistas del Principado.
Predominan
en VS los temas de cariz político valenciano, aunque la publicación no olvida,
tanto los temas de política estatal e internacional, como los de carácter
cultural, económico o social. Todo tratado desde un estilo donde difícilmente
se puede diferenciar la información de la opinión, con textos reflexivos
propios de ensayos subjetivos. Las páginas de la revista están llenas a rebosar
de géneros interpretativos y opiniones subjetivas en los que se pone de
manifiesto en todo momento la línea argumental de un semanario que mantendrá un
compromiso político e ideológico claro y explícito y no se quedará al margen de
las confrontaciones diarias, sino que tendrá la voluntad de acontecer un agente
político más. VS, además, fue progresivamente incorporando el catalán en sus
páginas, hasta hacerla la lengua principal a los últimos números. Ejemplo
significativo fueran los editoriales, escritos en primera instancia en
castellano (aproximadamente los veinticinco primeros números) y después hechos,
exclusivamente y sólo excepto excepciones, en catalán. Cuantitativamente, la
proporción de artículos (y con ellos, de editoriales) referidos al proceso
autonómico y a la consecución del Estatuto de los valencianos supera la de
cualquiera otro tema.
Casi cien
procesos judiciales
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Portada de la revista que contenía el artículo más famoso de VS que costó el procesamiento judicial del Colectivo B. Pérez |
La revista fue fruto de la convicción de un grupo de
idealistas valencianos que creyeron en un proyecto con más voluntarismo que
medios. En ningún momento, VS nace como una iniciativa destinada a generar
recursos económicos con los que enriquecerse. Al contrario, y a excepción de
los periodistas que participaron en el experimento periodístico y que cobraron sueldos
bastante discretos, VS supuso un importante desembolso a la gente que, de forma
voluntaria y altruista, decidió participar en el proyecto, así como también a
los políticos socialistas que a partir de mayo del 1979 se hacen cargo de la
publicación después de asumir los pasivos que arrastraba la empresa Puvasa
(responsable de VS) y aportar una cantidad líquida para hacer posible una
continuidad que pocos meses después se demostró imposible.
El primer proyecto privado de VS desaparece por la crisis
económica que lo asedia y que hace inviable su continuación como un ente
sostenido con la ‘caridad’ de una serie de idealistas dispuestos a gastar
grandes cantidades de dinero a cambio de conseguir un medio de comunicación de
exclusiva obediencia valenciana. Los problemas financieros facilitan que VS pase
a manos socialistas. Meses después es Fabregat quién comunica al PSOE su deseo
de que VS cierre definitivamente las puertas. La necesaria pluralidad y
disparidad ideológica de la Transición, que se traducía en una gran cantidad de
medios diferentes, irá desembocando en una homogeneización política entorno a
pocas ideas (derecha, izquierda, centro, comunistas, nacionalistas) para quedar
escasos medios de comunicación alrededor de cada una de estas posturas. De este
modo, serán las leyes del mercado las que decidirán qué prensa sobrevive y qué
no, en un quiosco altamente saturado de oferta que no respondía a la demanda
real. La revista nacionalista recauda escasos beneficios económicos para sus
inversores e incluso es el PSPV-PSOE como partido el que sale con posterioridad
al rescate de los políticos que compraron la revista en mayo de 1979 con un
préstamo adquirido con compromisos individuales.
Valencia Semanal supone un
experimento periodístico sin precedentes en la historia del País Valenciano.
Una isla informativa atractiva y atrevida que luchó con convicción por la
libertad de expresión y la adquisición de un Estatuto de Autonomía con plenas
competencias a través de las reivindicaciones nacionales del País Valenciano.
Un medio de comunicación, además, de gran convicción democrática en tiempo de
dudas y ambigüedades. Una experiencia profesional, también, que sirvió de
escuela de periodistas para magníficos intelectuales que, con posterioridad,
han llenado el panorama de las letras valencianas.
Sobre Carles Senso: Licenciado en Historia y Periodismo, actualmente trabaja en
el periódico Levante-EMV y colabora
en otros medios de comunicación de carácter cultural. En breve presentará y
publicará una tesis doctoral sobre la revista Valencia Semanal en cuya elaboración ha trabajado durante siete
años.
Citas
1 Entrevista personal con Amadeu Fabregat.
Valencia. 17 de junio de 2009.
2 Xambó i Olmos, R.: Dies de
premsa. Entrevista con Amadeu Fabregat. Valencia. Editado por L’Eixam, 1995. Pág. 82-83.
3 Editorial 20 Superar el provincianismo. Valencia
Semanal (23-30 de abril de 1978). Página 9
4 Xambó i Olmos, R.: Op. Cit. Entrevista con Adolf Beltrán. Valencia. Editado por L’Eixam,
1995. Pàg.116.
5 Entrevista
electrònica amb Pilar López en diferents ocasions. La cita és del 28 de gener
de 2010.
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