POR NACHO MORENO
www.palomitasenlosojos.com
1. Un concejal de urbanismo de un pueblo
alicantino que utiliza frecuentemente la palabra “democracia” posee memorabilia
franquista en su casa –un cenicero con la forma del Valle de los Caídos- y
asiste a sangrientos combates de vale-tudo en olvidadas naves industriales
donde apuesta grandes cantidades de dinero en compañía del presidente de una
asociación de prostíbulos que ha convertido su organización empresarial en una
especie de fuerza paramilitar de ultraderecha que realiza regularmente batidas
de inmigrantes.
2. En uno de los establecimientos de esa
organización que se puede encontrar en toda la costa valenciana una de las
máximas atracciones es una línea de telesillas muy parecidas a las utilizadas
en las estaciones de sky donde las prostitutas cuelgan y sobrevuelan las
cabezas de los clientes. Las prostitutas intentan sonreír y hacer movimientos
elegantes que las conviertan en figuras etéreas pero pronto se acaban
pareciendo a chorizos o jamones colgados, carne inerte dispuesta para ser
consumida. Un cliente, un trabajador casado de una entidad bancaria que ha sido
trasladado de oficina debido a las amenazas de los habitantes de un pequeño
pueblo por la venta de unas acciones que no resultaron ser tan provechosas como
predijo, se aburre del espectáculo y decide elegir a una de las chicas de la
barra. Para seleccionarla realiza siempre el mismo protocolo: se sienta al lado
de ella, le da un poco de conversación y jugueteando acaba introduciéndole una
moneda por la vagina, separando los labios mayores e introduciendo un euro como
si fuera una máquina recreativa. Es algo que le excita mucho y que le recuerda
a sus éxitos laborales.
3. La prostituta a la que le habían
introducido una moneda por la vagina en el prostíbulo del amigo del concejal
alicantino decide pensar en su hijo mientras realiza su trabajo. Ella es
extranjera y después de un terrible periplo por distintas ciudades pagando una
extravagante deuda con la mafia que la trajo a España ha acabado viviendo en un
pueblo de Castellón. En realidad no le importa demasiado que todos los de su
país tengan que reunirse en un banco determinado del pueblo o, incluso peor, en
ese bar de tapas que ahora llevan unos chinos porque no los quieren en ningún
lado; ella piensa que por lo menos allí están bien, algo que podríamos traducir
por “nuestra integridad física no está comprometida” y además su hijo va al instituto.
Pero lo que esta mujer no quiere ver en esos sueños de bienestar es que ese
futuro prometedor para su hijo está repleto de institutos atestados donde los
alumnos que llevan años en barracones están próximos a sentarse uno encima de
otros por falta de espacio en unas aulas que son verdaderas torres de Babel con
nuevas y constantes incorporaciones de niños y niñas que tienen un dominio
escaso del castellano o del valenciano. Este apartheid educativo con personal escaso que es la educación pública se
ve reforzada por los padres: tanto por los de derechas que mandan a sus hijos a
colegios religiosos privados con la excusa de recibir una educación católica,
como por los progres que bajo la excusa de una educación íntegramente en valenciano
o en inglés meten a los suyos en escuelas también privadas, comunidades
cerradas que los preparan para un futuro mestizo pero con altos muros.
4. El hijo de la prostituta a la que le habían
introducido una moneda por la vagina en el prostíbulo del amigo del concejal
alicantino siente sobre su cuerpo todo el peso de las diferencias sociales que
son especialmente significativas en una edad como la adolescencia y en una
sociedad tan obsesionada con las apariencias como la valenciana. El chico tiene
un cuerpo bonito, fibrado y definido, trabajado en gimnasio y completamente
depilado que luce en distintas redes sociales donde conoce a chicas de su área
geográfica. El problema de ese cuerpo es que no tiene los adornos que se merece
y según le parece a su propietario queda como deslucido sin la ropa de marca o sin
los imprescindibles gadgets electrónicos como ipads, iphones y móviles de
tercera generación que lancen esa belleza completamente artificial y masculina
a internet bajo la forma de fotos posadas (le encantan esas fotos que se hace con
todo el cuerpo en tensión como a punto de realizar una acción violenta pero
tocándose el paquete). El chico no lo sabe expresar con palabras pero en cierto
modo reconoce que él es solo su cuerpo y que éste ha sido creado para
acelerarse y ser lanzado como si su cualidad definitoria fuera una fuerza
centrífuga. En cierto modo sabe que ha nacido para tener un cuerpo fibrado que
sea lanzado contra las carreteras comarcales en motos de gran cilindrada, en
quads o en Opel-Astras de cristales tintados, para ser lanzado contra el cuerpo
de chicas que juegan al papel machista de estar disponibles pero con reparos
morales (“¡¡¿¿qué te crees que soy una guarra??!!”), para ser lanzado contra
otros colegas bajo los efectos de las drogas y la música… Esperando ese gran choque
que le convertirá en un amasijo de hierros y de fiesta y con una industria de
la construcción valenciana completamente hundida donde pudiera haber sido
lanzado desde andamios y contra muros de carga, este representante de la
'Generación perdida' espera e intenta aprobar las mínimas asignaturas y por
ello se ve obligado por su madre a ir a clases de repaso.
5. La profesora particular del hijo de la
prostituta a la que le habían introducido una moneda por la vagina en el
prostíbulo del amigo del concejal alicantino siente que ella es la verdadera
representante de la 'Generación Pérdida'. Ella, bueno, ella es licenciada… no
es que quiera ser elitista ni nada por el estilo, pero es que ella se ha sacado
una carrera, que para eso se pasó seis años estudiando en la Universidad de
Valencia (viniendo los fines de semana al pueblo, eso sí). No es que pensara
entonces que se merecía más, pero es que nunca se imaginó viviendo con su
abuela a los 29 años porque según las leyes del mercado de la Santa Democracia
cada generación iba a tener mejores condiciones que la anterior y esa era una
ley tan inmutable como las que se aprendían en Biología (ella accedería a ese
Estado del Bienestar haciendo lo que le mandaban, lo que tocaba hacer). Pero sobrevino
la crisis y a ella le pilló recién licenciada y ahí estaba intentando
sobrevivir dando clases particulares para evitar no hacerse cargo de la
ferretería que siempre ha sido el negocio familiar y que les ha definido
socialmente: 'els ferreters'. Sin embargo para la saga 'dels ferreters' el
tiempo no ha pasado en balde: su abuela que bajo el franquismo trabajó en
condiciones semi-esclavistas para la industria local de la naranja fue
rescatada por la Seguridad Social de la democracia y ahora disfruta de una
pensión modesta y de divertidos viajes. Sus padres aprovecharon el impulso
económico de los noventa para convertirse en garantes del orden social haciendo
mucho dinero, tanto en A como en B, y ahora se veían incapaces de retirar su
dinero de ese banco que vendió acciones de cuatro pesetas porque esa
institución había sido tan importante para ellos como la Iglesia católica y
renunciar a ella pese al robo cometido lo consideraban una especie de herejía
(“el dinero retenido, ese es para vuestros nietos” había dicho el director de
la oficina). La tercera generación se había esforzado en lo que le decían que
debía esforzarse y lo único que había conseguido era un triste diploma y un no
menos triste anuncio de clases particulares en la panadería del pueblo:
“Licenciada en Biología da clases particulares de…”. La profesora particular, diligente
como era, había intentado jugar una última carta y estaba aprendiendo alemán
para marcharse a trabajar a ese país y para ello había empezado a reunirse con
un alemán que vivía en el pueblo desde hace muchos años para mejorar su
conversación.
6. El compañero de conversación de alemán
de la profesora particular del hijo de la prostituta a la que le habían
introducido una moneda por la vagina en el prostíbulo del amigo del concejal
alicantino llevaba un mes desaparecido. A nadie le extrañó mucho esta ausencia
porque pese a ser una cara conocida que llevaba viviendo intermitentemente en
el pueblo desde los setenta tenía una costumbres peculiares como la de no querer
integrarse completamente en la vida colectiva y social. La historia de este
vecino se había iniciado en 1975 con una visita del alcalde y la guardia civil
para saludar al primer 'extranjero' que residía en la localidad y había vivido
su momento más tenso cuando se descubrió que en su condición de periodista
mandaba crónicas a revistas alemanas donde criticaba costumbres como 'bous al
carrer' (toros en la calle) donde hablaba de toros tísicos siendo golpeados por
garrotes y siendo asaetados por unos papelillos blancos con alfileres que la
chiquillería lanzaba por distracción en la eternas tardes de septiembre cuando
se honraba a la Patrona local. Estas diferencias de criterio que no habían
gustado a los mozos y a los quintos de diez años sucesivos fueron resueltas con
un desinterés común entre ambas partes y con el enclaustramiento del alemán en
su chalet donde se decía poseía una abundante biblioteca. Sin embargo todos
esos libros no impidieron que apareciera un día 'parcialmente' asesinado y
utilizamos el concepto de 'parcialidad' porque del alemán solo apareció el
torso que fue escupido por el Mediterráneo un mes de noviembre. Un trozo de cuerpo comido por los peces,
desnudo, con poco vello, grandes bubones, manchas azules y con los genitales
hinchados y blancos como si toda el agua del mar hubiera entrado por allí hasta
parecer un fruto al que se le hubiera regado en demasía y que al morder no tuviera
sino agua. Cuando la noticia de la muerte se conoció en el pueblo fueron varias
las teorías que corrieron: primero, evidentemente, la pederastia, que exponía
que el chalet estaba lleno de pornografía infantil y de objetos de tortura
sexual donde el alemán en comanda con otros solteros de la zona (el óptico y el
farmacéutico) tenían una elaborada red de explotación sexual infantil
encubierta en una academia de lenguas europeas. Segundo, el ajuste de cuentas
político, ya que decían que era en realidad hijo de un dirigente nazi que fue
recibido por la guardia civil y el último alcalde franquista del pueblo (aunque
fuera reelegido durante veinte años también en democracia) y que había sido
vengado por el descendiente de un campo de concentración matándolo en su chalet
cuya piscina se decía tenía una esvástica para ser arrojando después el cuerpo
al mar. No faltaron tampoco las alusiones a rituales satánicos relacionados con
cierto hipismo un poco trasnochado del alemán y con una confusión si se quiere normal
entre ecología y animismo acrecentada por unas charlas que había dado el alemán
contra el uso del pesticidas y el respeto por la tierra donde junto a valores
de defensa de naturaleza habló del concepto de Dauerwald o “bosque perpetuo”. Si del alemán solo
quedó su torso, de su aislado chalet, y
todos los terribles secretos que contenía, solo quedaron los cimientos ya que
fue pasto de las llamas al año siguiente de su desaparición en un gran incendio
provocado y sus alrededores
recalificados como terreno urbanizable a la espera de una nueva burbuja…
Sigue leyendo: 45.000 jugadores de golf, de Nacho Moreno en el número 8 de la revista Bostezo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario