sábado, 24 de mayo de 2014

Literatura, fracaso y edición



Manuel Turégano/Aldo Alcota


Imagen de portada de La conjura de los necios (John Kennedy Toole) en la edición de Anagrama

Literatura y fracaso son dos términos que se atraen. Los ejemplos abundan. Tuvo que pasar mucho tiempo, de un siglo a otro, para que los Cantos de Maldoror pudieran ser devorados por los ojos de muchos lectores. Su autor Isidore Ducasse, más conocido como el Conde de Lautréamont, fue un misterioso personaje que escribió entre el trance y la imaginación desbordante. La edición de su Primer Canto pasó inadvertida para la crítica de la época. Era 1868, dos años antes de que muriera Lautréamont a la edad de 24 años. Solo a comienzos del siglo XX, sus obras comenzaron a conocerse masivamente y figuras como Gómez de la Serna, André Breton y André Gide impulsaron su difusión, aunque en 1896 Rubén Darío ya le citaba en su libro Los Raros. El autor, nacido en Montevideo y muerto en París, recurrió a la ayuda económica de su padre para pagar la edición de sus textos, jamás reseñados en la prensa. En 1890 se vuelven a reeditar los Cantos, pero seguía siendo considerado un texto ‘prohibido’. El futuro daría un vuelco para reivindicar su nombre y la importancia de su escritura, convirtiéndose en el maestro de movimientos como el surrealismo. Pero el fracaso estuvo allí, rondando en el apartamento parisino del señor Conde y solo le consolaba su encuentro con la pluma y una hoja blanca sobre su escritorio, hallando consuelo en sus demonios nocturnos. Ni lectores ni editores de aquella época estaban preparados para la gran marea de su desvarío poético.
Otro autor que no vio en vida el éxito y tampoco la materialización de su obra fue John Kennedy Toole. Sus misivas con el editor Robert Gottlieb muestran una situación de desesperación, en la que Toole corrige y corrige sin conseguir llegar a convencer a aquel. Aunque Gottlieb estaba interesado en La conjura de los necios, no paraba de imponer nuevas condiciones, y la búsqueda del acuerdo entre las dos partes derivó en una historia absurda de intransigencia con un mustio colofón: la no publicación. «Pienso que, en varios sentidos, usted ha hecho un excelente trabajo: pulió la trama de la obra, dio sentido a eventos que antes no lo tenían, profundizando en algunos personajes, eliminó otros. El libro está mucho mejor, pero todavía no está bien del todo», le explicaba Gottlieb al escritor norteamericano. Toole perdió el ánimo y acabó suicidándose. Pero su madre haría todo lo posible por ver la creación de su hijo en algún escaparate de librería y lo logró al encontrar editor en 1980. La conjura de los necios ganaría el premio Pulitzer.   
Muy recordado en nuestros días, en los que se cumple su centenario, es el caso de Marcel Proust y Por el camino de Swann, primer tomo que iniciaba la mítica En busca del tiempo perdido. Proust presentó su obra a Gallimard, pero André Gide la rechazó. A Proust no le quedó otra alternativa que pagar de su propio bolsillo la impresión del libro. La obra vio la luz el 14 de noviembre de 1913. Seis años después Gide confesó su error y se disculpó: a punto había estado de impedir la difusión de una obra maestra.
El fracaso merodea siempre al escritor. Editores, críticos y lectores muchas veces le cierran la puerta al talento. Hace falta una actitud muy abierta y un oído muy fino para captar una nueva voz. No es infrecuente que las editoriales estén cegadas por puro interés comercial. Hoy en día, prestigiosos grupos editoriales buscan denodadamente el best-seller de la temporada... un libro que el año que viene nadie recordará... pero que hoy ocupa los anaqueles de las librerías y cierra el paso a otros títulos.
Ediciones Contrabando es una joven editorial nacida en Valencia a comienzos de 2013. Publica autores nuevos, desconocidos, ocultos o emergentes, de España e Hispanoamérica. Voces con calidad y energía que aspiran a mantener viva la llama de la creación. Amamos el riesgo y la buena literatura. Apostamos por los nuevos talentos. Nuestras puertas están abiertas a las propuestas más innovadoras. Buscamos editar la literatura viva del siglo XXI. ¿Fracasaremos?   

        
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1 comentario:

  1. A la pregunta, esperemos que no. Los tiempos son difíciles, lo inmediato, el beneficio, priman sobre la calidad y el gusto, pero la fortuna sonríe a los audaces, que decían los romanos.

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